Gobierno 2.0 | Pablo Bermúdez

Hay que reinventar la forma de hacer gobierno, tirar abajo las paredes que separan a gobernantes de gobernados, romper los absurdos paradigmas mentales que hemos heredado de los 70s y hacer gobierno de acuerdo con los tiempos en que vivimos. La Sociedad de la Información lo está transformando todo y como funcionarios públicos debemos ser consecuentes en primer lugar con nuestros ciudadanos. No existen dos tiempos, no hay un tiempo dentro de un ministerio, un gobierno regional o una municipalidad donde todo se hace lento, oscuro y anticuado y un tiempo afuera donde todo está sujeto a la competitividad global, a la hiperconectividad, al tiempo real, a las redes sociales y profesionales, a la sociedad de la información.

No existe una conjura contra las autoridades públicas, entendámoslo de una vez, no existe un acoso de la prensa. Vivimos en un universo hipermediático donde cada persona se está convirtiendo en un generador de contenidos, en un mass media publisher, en un reportero virtual, en un ciudadano vigilante. ¡Acostumbrémonos a ser y a tener gestiones transparentes! Esto no es malo, es lo mejor que le puede suceder a las democracias que languidecían por falta de actividad, por falta de compromiso de sus ciudadanos hacia un modelo que veían controlado por determinados grupos de poder e intereses económicos.

La democracia 2.0, aquella donde el Estado se hace abierto, transparente, participativo, colaborativo, donde escucha, para aprender y co-innovar con su entorno, podría ser la energía que tanto esperaban las democracias del mundo, aquél modelo creado por griegos, reformulado por romanos, franceses y americanos y que todos respetamos obedientemente sin refinar como si al querer hacerlo pronunciáramos anatemas.

La Sociedad de la Información nos obliga a repensarlo todo, pero a repensarlo de formas creativas y proactivas. Desde el Estado debemos repensar la gestión pública centrándola en el ciudadano. En el ciudadano externo, (aquél que atendemos desde la ventanilla) y el ciudadano interno (aquél que atiende desde la ventanilla), en el ciudadano empresario y en el ciudadano rural, en el microempresario y en el inversionista extranjero, en el indígena y en el burgués, en el niño, el joven, el maduro y en el anciano… porque no hay ninguna otra herramienta que sea tan flexible, tan poderosa, tan versátil, tan omnipresente como las tecnologías de la información para que el Estado cumpla con aquella siempre incumplida promesa de brindar servicios de alta calidad, 24x7x365 donde está la gente, cuando la gente lo requiera, en la forma que la gente lo requiera.

¿Qué falta? ¿Voluntad Política? No lo creo, la responsabilidad no está sólo en el Estado y sus funcionarios de turno. Se trata de una agenda nacional, de una visión compartida, de un camino que andaremos todos como país. Creo que es tiempo de que nos reunamos TODOS y JUNTOS diseñemos una VERDADERA AGENDA y que luego TODOS LA HAGAMOS CUMPLIR. La Sociedad de la Información es una ola gigantesca e imparable, o aprendemos a correrla como lo están haciendo tantos países o nos cae encima como un Tsunami.