Uno de los más grandes errores que están cometiendo muchos empresarios (o empresarios), consiste en que siguen aplicando estrategias gerenciales, comerciales, de negocios, recursos humanos, producción, de sistemas y de marketing del siglo XX como si nada hubiera cambiado o estuviera cambiando en el siglo XXI.
Muchos de estos súper líderes demuestran una miopía que, increíblemente, es producto de su éxito. Por desgracia son demasiados los líderes empresariales y de gobierno (usualmente de la Generación X a la que yo mismo pertenezco) con un ojo cíclope: solo ven números, solo entienden de excels, y claro, no es su culpa, porque eso es lo único que parece interesarle también a la mayoría de los miembros de sus directorios (que suelen ser de la generación de los Baby Boomers).
Lo irónico, es que no solo la mayoría de sus empleados ahora son Millennials (cuyos comportamientos y actitudes hacia la vida ni conocen, ni reconocen, ni aprecian) sino que además, para el año 2025, este grupo etario se transformará no solo en su principal clientela sino que además se constituirá en el 75% de la fuerza laboral del planeta. Estas cifras son aún más dramática en los países de América Latina, beneficiados por el bono demográfico.
Amigos, colegas empresarios y gerentes, nuestro éxito previo nos hace bajar la guardia. Nos hace lentos y soberbios, comodones, descuidados, ciegos y vulnerables a los dramáticos cambios que se están dando en todo nuestro alrededor. Como consecuencia de ello, estamos dejando de aprender, de retar el status quo, de crecer en base a conocimiento compartido, de evolucionar, de innovar, de escuchar y aprender de nuestros consumidores, de cuestionárnoslo todo… hemos dejado de escuchar y sobretodo de entender a nuestra propia gente (sobretodo a los más jóvenes).
No nos hemos preocupado por cuidar nuestro planeta, el único hogar que conocemos y que heredaremos a nuestros hijos y nietos, o trabajado por los más pobres. Estas son empresas sin propósito, sin alma.
Esta actitud, o más bien la falta de ella, hace a los líderes de negocio y de gobierno que aún no adecuan su mindset a los tiempos en que vivimos incluso dañinos para sus empresas y países, pues al no lograr entender las nuevas reglas de juego que rigen al mundo, al no participar de la interacción e interdependencia digital que existe entre las personas, las empresas y los países hacen a sus organizaciones cada vez menos competitivas, menos rentables y menos atractivas para atraer, retener y crear talento, el capital intelectual que es la sangre del desarrollo y la innovación.
Y si bien, es fácil encasillar a la gente por la generación a la que pertenecen (porque básicamente tienden a comportarse en patrones similares) créanme cuando les digo que muchos de los visionarios que más admiro son cincuentones de la Generación X (a la que yo pertenezco) y por supuesto los “sabios” de la generación de los Baby boomers donde están muchos de los “moguls” de negocios, el marketing y las ciencias más brillantes de esta era, verdaderas eminencias, bibliotecas ambulantes y vivas que comparten su conocimiento y experiencia proactiva y gratuitamente y del todos bebemos ávidamente.
Como menciona el World Economic Forum, la sociedad humana ha entrado en la 4ta Revolución Industrial, una era regida por nuevos paradigmas que ya están revolucionando todas las industrias, las ciencias y hasta nuestra vida cotidiana. Estamos hablando de sistema cyber-físicos como drones, inteligencia artificial, cloud computing, internet of things, realidad aumentada, realidad virtual, robótica, etc.
El ritmo exponencial de desarrollo de la 4ta Revolución Industrial, por su intensidad, poder y el alcance de estas innovaciones no tiene precedente en las historia de la humanidad. Del mismo modo, la cultura organizacional de las empresas está evolucionando al considerar temas como su propósito, al hacer del mundo un mejor lugar para vivir, o cómo las empresas al fin están entendiendo que no puedes deleitar a tu cliente externo si antes no deleitas a tu cliente interno (antes empleado).
Reality Check: Cambiamos de era y a ella no le importa si ya estás listo tú o tu empresa
Como gerente, empresario, director de empresa… hazte esta pregunta: ¿Es mi empresa vulnerable a este tipo de disrupciones? ¿Estamos liderando el cambio o estamos siendo afectados por él? Permíteme responderte: Si, sorry, eres súper vulnerable por una serie de razones:
- Como tu éxito te ha hecho soberbio, te sientes cómodo en tu zona de confort, y crees que nada podrá sacarte de tu ventajosa posición en el mercado (como la línea Maginot que arruinó a Francia frente a los nazis, porque seguían pensando que las reglas de la primera guerra mundial seguían siendo válidas en la segunda, se trató de un chip mental que dejó de ser válido).
- Has dejado de aprender. Crees que ya sabes todo lo que hay que saber sobre cómo funcionan los negocios. Naciste, creciste y te educaste en la 2da revolución industrial, sí aquella de la producción en serie y las redes eléctricas, fuiste transformado a regañadientes por la tercera revolución industrial con su internet, sus smartphones y sus PCs y mainframes… ¿y qué estás haciendo en la cuarta revolución industrial? ¿No sabías de ella? ¿La ignoras? ¿o la subestimas?
- A todo tu alrededor, en tu país, y en el resto del mundo, te amenaza y te desafía una generación que tiene en su ADN cuestionarse permanente el status quo. Que se hace preguntas muy distintas a la que tú te sueles hacer haces: Tú te preguntas ¿Por qué voy a cambiar, si soy exitoso porque siempre hemos hecho las cosas así? Mientras aquellos millennials que te van a sacar del mercado se preguntan ¿Por qué vamos a hacer las cosas como siempre se han hecho? ¿No lo podemos hacer mejor o diferente? Y para eso, se apoyan en el poder ilimitado de procesamiento computacional con el que contamos en la nube (Cloud Computing). Ellos forman parte del sistema nervioso digital del planeta expresado en a interconexión inmediata con que contamos para relacionarnos con cualquier persona, fuente de información o institución del planeta. Como las neuronas, son nodos que se refuerzan y aprenden mientras más conexiones tienen, mientras más fuertes y recurrentes son esas conexiones.
- Sigues manteniendo en tu directorio a gente que piensa como tú porque te hace sentirte más seguro, y cómodo, porque no te cuestionan. Todos le temen al cambio porque te hace sentir vulnerable, pero es mejor sentirse vulnerable y reconocer de forma humilde que tienes mucho por aprender a ser un directivo resistente al cambio, que enceguecido por su propio ego, condena a una empresa, a su personal y a sus shareholders al fracaso, el desempleo y a la bancarrota.
- Como la plata sigue entrando, asumes que todo está bien. Es como si te pagaran solo por leer Excels. ¿Y qué fue de la innovación? ¿De la capacidad de tu empresa para co-innovar con su público, de la capacidad de tu empresa no solo para aprender sino para predecir el futuro, para construirlo?
- Tienes falta de sentido de urgencia, sientes que estos cambios no afectarán a tu empresa…. La peor frase que uno puede escuchar: ¡Todo va a estar bien, hemos pasado por varias crisis y las hemos sabido superar! Créeme colega, nunca has pasado por una revolución tan dramática en su alcance e intensidad como la que se viene en la Cuarta Revolución Industrial. Mejor empieza a informarte al respecto y transforma esta debilidad en una fortaleza.
- Lo más triste y peligroso es el impacto geopolítico que la Cuarta Revolución industrial puede e incluso ya está teniendo en países pobres o en vías de desarrollo, pues somos economías sumamente frágiles y dependientes en lo democrático, científico, tecnológico, medioambiental y educativo, lo que nos hace sumamente vulnerables a estas disrupciones globales.
- Políticamente, estamos peor, con presidentes que no ven más allá de su término de gobierno, enfocados solo en su periodo presidencial y no en construir una visión de futuro compartida y consecuente con los tiempos en que vivimos. Nuestros países no necesitan presidentes, necesitan estadistas.
Espero que no te tomes este artículo de forma personal, esta es una carta abierta a los líderes empresariales y de gobierno para que despierten de su letargo. Se trata solo de un tema de actitud, de ser consecuentes con los tiempos en que vivimos, de dejar de ver estas disrupciones como amenazas y verlas como oportunidades para construir fortalezas.
Créeme, la ventana de oportunidad aún está abierta, aún estás a tiempo, pero por poco.
Pablo Bermúdez
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