Sean nuestros cantos odas disconformes ante lo establecido
gritos estridentes ante la indiferencia del silencio
tanteando la luz de la locura
allá, al final del túnel me espera Sábato
sutil, mordaz
mira, sonríe, se da media vuelta
sigue callado su camino
mi estirpe se hunde en el principio de los tiempos
corre por mi sangre roja de fierro polvo de estrellas
pupilas donde descansa finalmente la luz mortecina de soles distantes
y pretendes que viva absorto en menesteres de hombre
cuando ante mis nueve sentidos se revelan todos los secretos
abreva tus ijares en fuentes de deseo
la clavícula vencida por el peso del desamor no te deja ver la inminencia del fin
que se abran de una vez las benditas puertas de la percepción
no sea que en el fin de los tiempos
nos juzgue un tribunal de ancianos por asesinar la fe
dame la muerte si quieres
no creas que le temo
me ronda desde siempre
y cuando creí olvidarla
se presentó con sutileza a recordarme que aun yo tengo un fin
donde me esperará paciente mientras cosecha las ilusiones de los demás
ahora me retiro a mis cuarteles
a reposar el filo de la letra en tinta